La alquimia

Una frase común es “entre nosotros no hay química” o “nos unió cierta alquimia” porque sentimos que esas ciencias tiene poderes de transformación sobre los cuerpos y las mentes.
La alquimia es considerada la madre de la química y la palabra es árabe, “el kimyá” , el país negro, nombre que en la antigüedad designaba Egipto.
Los chinos ya practicaban esa Ars Magna 4500 años a.C. pero fue el taoísmo el que inició las investigaciones realmente alquímicas. Distinguía dos principios complementarios : el yang, masculino, actividad luz, calor, el sol y el ying, femenino, pasividad, oscuridad, frío. Esa lucha engendra los cinco elementos: agua, fuego, madera, metal y tierra que forman a todos los seres de la naturaleza. Con estos elementos los chinos buscaban obtener la piedra filosofal y de la inmortalidad para llevar a todos los seres a su máxima perfección.
Las mujeres fueron importantes alquimistas
Los alquimistas podías ser cristianos, judíos, paganos y se destacaban las mujeres. Entre ellas María la Judía que inventó un vaso cerrado de láminas de cobre que se exponía al vapor y que conocemos actualmente como el baño María.
Intentaban realizar la Gran Obra por medio de tres operaciones :
- La trasmutación de metales en oro, crisopea, o en plata argiropea mediante el descubrimiento de la piedra filosofal.
- El descubrimiento de la panacea y prolongación infinita de la vida humana
- La felicidad perfecta en el seno de la Divinidad , la identificación con el alma del mundo y la relación con los espíritus celestes.
Según la tradición, el monje Gerbert, más tarde Papa Silvestre II, siglo XI, fue el primer europeo que conoció las obras alquímicas escritas por los árabes siendo teólogo y matemático.
La alquimia alcanzó su apogeo al relacionarse con la cábala, la magia y la teosofía. Y la invención de la imprenta permitió su gran difusión.
El alquimista Paracelso, sostenía que cada sustancia está formada por tres elementos: sal, azufre y mercurio y la fuerza vital es la unión de los tres. La sal purifica, el azufre disuelve y consume y el mercurio elimina.
En la novela “La isla del día anterior” de Umberto Eco hay un episodio que parece delirante, pero que tiene su fundamento histórico. El escocés Alejandro Sethon fue apresado y torturado para que revelara el secreto del polvo de proyección en el siglo XVII, que lograba que alguien pudiera curar sus heridas con una espada sobre la que lo había esparcido y lo más importante, podía prolongar infinitamente la vida de los reyes.
En el siglo XVIII la alquimia se transformó en química
Elsa Scopazzo.